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Una combinación de letras, en el virus

César Paz-y-Miño. El Comercio

Preocupa a la población el aparecimiento de nuevas variantes del covid-19. Variante significa que el virus tiene mutaciones en su material genético que, sin cambiar su esencia, le proporcionan mejores posibilidades adaptativas para invadir a un huésped.

Los coronavirus tienen la proteína S o espícula en su envoltura circular a manera de una corona, que es la llave de entrada a la célula humana. El material genético del covid-19 o Sars-CoV-2, es ARN.

El covid-19 es un virus nuevo de origen natural, que tiene una gran capacidad de contagio. Afectó a todo el planeta (pandemia) con alta y rápida letalidad (2 a 10%). Los sistemas de salud colapsaron; los tratamientos fallaron. Hoy hemos aprendido a defender la vida de mejor manera, no siempre con éxito.

Los virus para sobrevivir necesitan de un huésped. En la lucha entre el virus y el huésped, las estrategias biológicas se modifican y se adaptan. El virus trata de evadir el sistema de defensa inmunológico natural del huésped, se camufla, se disfraza, para no ser detectado y eliminado por los anticuerpos y por las células humanas de defensa (macrófagos y linfocitos).

Las mutaciones son cambios en las letras del alfabeto de la vida, del código genético. Así simulando una mutación, la palabra ‘variante’ puede ser escrita de muchas maneras: Variante, vAriante, vAriaNte, VAriANTe, etc., es decir, hay numerosas formas con el mismo significado. Análogamente, el ARN del virus muta en una de sus 30 000 letras; cada cambio puede producir una variante con nombres científicos específicos: alfa, beta, gamma, épsilon, delta, delta plus, etc. Las variantes, unas sin mayor agresividad y otras más contaminantes, hacen que el virus se expanda o ataque con mayor facilidad a las células pulmonares y enferme más o menos rápida o gravemente, incluso con diversidad en los síntomas.

Las variantes resultan de mutaciones en el ARN del virus, lo que determina cambios en los aminoácidos de sus proteínas. La mutación de la India llamada B.1.617.2.1 tiene 3 cambios: dos sustituciones en el dominio de unión al receptor celular (L452R – Leucina por Arginina y T478K – Treonina por Lisina); sustitución cerca del sitio de rotura-activación S1/S2 a través de la furina (P681R – Prolina por Arginina); sustitución (T19R – Treonina por Arginina) y deleción (157-158del) en el dominio antigénico NTD.

Cada uno de los 20 aminoácidos se representa con una letra mayúscula. Existen más de 6 000 variantes virales. La manera más simple de entenderlas, es imaginar a una persona que se disfraza para no ser reconocida; en esencia es la misma persona, pero pasa inadvertida por los diferentes atuendos y máscaras. De igual modo, el mismo virus con atuendos diferentes (Spicula) determina la misma enfermedad, la covid.

Por otro lado, se han detectado al menos 13 regiones del genoma humano con unos 40 a 80 genes (de los 23 000), implicados en la vulnerabilidad o resistencia a enfermarse de covid, a tener síntomas leves, moderados, graves o a morir. Estos genes dan mejor o peor respuesta a los tratamientos, incluso a las vacunas.

Al no haber aún fármacos que combatan o destruyan al virus directamente, se diseñaron vacunas. La función de la vacuna es entrenar al organismo a crear anticuerpos de defensa veloz y eficientemente combativos contra el bicho agresor. El desarrollo científico-tecnológico ha permitido disponer de vacunas seguras, eficaces y eficientes en contra del covid-19. Se aspira que se liberen patentes y sean más equitativas.

Todas las vacunas son útiles para la defensa. Varían en el porcentaje de actividad inmunológica contra el virus (entre el 70 al 95%), pero todas son buenas, incluso contra las nuevas variantes, esas que la Organización Mundial de la Salud las califica de interés o de preocupación. Por ahora responden bien frente a la variante Delta, con efectividad entre el 60 y el 85%. Tal vez se necesite un refuerzo de vacunación.

Los fabricantes han desplegado un marketing agresivo, incluso geopolítico, sobre cuál es mejor o peor vacuna. Esto ha hecho daño a la sociedad provocando predilección por una u otra.

La capacidad de fabricación de las vacunas para toda la humanidad, o al menos para el 70% que lograría la defensa de rebaño (los vacunados protegen a los no vacunados), es limitada, ellas no llegan a todos los rincones del planeta, promoviendo reductos poblacionales de enfermos y potencial nueva diseminación del virus. De allí la necesidad de vacunar a la mayoría de la población, incluso obligatoriamente.

Por ahora las vacunas de ARN, de vehículo viral, o fragmentos proteicos, son seguras, eficaces y eficientes. No protegen del contagio pero evitan la muerte, la hospitalización grave y los efectos colaterales postinfección. Las vacunas son, por ahora, la mejor defensa contra la pandemia. Esto se debe sumar a las medidas sanitarias ya popularizadas: desinfección y lavado de manos, uso de mascarilla, distanciamiento social, no aglomeraciones, ventilación, cerco epidemiológico y genómico.

Una herramienta indispensable para entender y combatir al virus, es la llamada Epidemiología Genómica, es decir el rastrear al virus y ver su comportamiento a través del estudio de la secuencia genética de su ARN. Saber las letras químicas de la vida del virus, podrá identificar variantes nuevas o viejas y tomar medidas de cuarentena general o focalizada y controles de movimientos poblacionales. Estudiar la genómica del huésped nos aclarará la vulnerabilidad diferencial de los enfermos.

*Médico Genetista. Máster en Biología de las Enfermedades Infecciosas. Miembro de la Academia Ecuatoriana de Medicina.



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