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Abraham Lincoln, una víctima del síndrome de Marfan y del MEN2B.

  • Foto del escritor: Cesar Paz-y-Mino
    Cesar Paz-y-Mino
  • 5 oct
  • 2 Min. de lectura

César Paz-y-Miño. Investigador en Genética. Universidad UTE. Para NOTIMERCIO

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Abraham Lincoln, presidente de los Estados Unidos, abolió la esclavitud y es figura destacada de la historia, no solo ha sido estudiado por su legado político, sino también por su enigmática salud. Su contextura física, sus rasgos faciales alargados y su fragilidad corporal han llevado a genetistas e historiadores a plantear una enfermedad genética. Dos diagnósticos han ganado mayor fuerza: el síndrome de Marfan y el síndrome de MEN2B (neoplasia endocrina múltiple tipo 2B), ambos con base hereditaria.


El síndrome de Marfan es un trastorno del tejido conectivo causado por mutaciones en el gen FBN1, que codifica la fibrilina-1. Se caracteriza por talla elevada, extremidades desproporcionadas, hipermovilidad articular, aracnodactilia y predisposición a complicaciones cardiovasculares como la disección de la aorta. Lincoln medía cerca de dos metros, tenía brazos y piernas muy largos, rostro estrecho, manos finas y mandíbula prominente. Sus contemporáneos describían un andar desgarbado y una postura peculiar, lo que encaja con el físico marfanoide. De haber padecido esta condición, su mayor riesgo vital habría sido la ruptura aórtica; sin embargo, Lincoln murió asesinado antes de que tal complicación pudiera manifestarse.


La segunda hipótesis apunta al síndrome de MEN2B, causado por mutaciones en el protooncogén RET. Esta enfermedad rara presenta  tumores en mucosas, hábito marfanoide y predisposición a cánceres endocrinos como carcinoma medular de tiroides y feocromocitoma. Algunos retratos y descripciones refieren labios engrosados y posibles neuromas en la boca de Lincoln, lo que ha alimentado la teoría. De haber sido cierto, su expectativa de vida habría estado limitada por cáncer agresivo jamás comprobado.


Ambas hipótesis han sido discutidas durante décadas. El síndrome de Marfan es la opción más aceptada por la coherencia entre la clínica y la apariencia física. Sin embargo, la sospecha de MEN2B resalta la importancia de no descartar enfermedades poco frecuentes que también pueden explicar su físico. Ninguna puede confirmarse, pues no existen restos biológicos de Lincoln sometidos a análisis genético, y cualquier conclusión es necesariamente especulativa.


Más allá del diagnóstico preciso, lo interesante es cómo la genética médica se convierte en herramienta para reinterpretar la biografía de personajes históricos. Los genes implicados en la arquitectura del tejido conectivo o en el crecimiento tumoral, podrían haber convivido con la inteligencia política y la fortaleza mental de Lincoln. Su fragilidad física contrastaba con su firmeza intelectual, recordándonos que la esplendor no está reñido con la vulnerabilidad biológica.


La figura de Lincoln sigue siendo un ejemplo de cómo los avances en genética y medicina nos permiten revisar la historia con nuevas preguntas. ¿Fue su altura extraordinaria y su aspecto marfanoide expresión de una mutación en FBN1? ¿O escondía una predisposición oncológica asociada a RET? Nunca lo sabremos con certeza. Lo que sí sabemos es que su vida y legado no estuvieron determinados por sus genes, sino por sus decisiones políticas y éticas. La genética ilumina, pero no define, la historia de un hombre que transformó una nación.

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Genética y Ciencia
César Paz-y-Miño
cesarpazymino.com
Quito - Ecuador
 
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