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Viejas enfermedades virales, nuevas variantes genéticas peligrosas

  • Foto del escritor: Cesar Paz-y-Mino
    Cesar Paz-y-Mino
  • hace 2 minutos
  • 2 Min. de lectura

César Paz-y-Miño. Master en Bilogía de las Enfermedades Infecciosas. Para NOTIMERCIO

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La gripe estacional, causada principalmente por los virus influenza A (H3N2, H1N1) e influenza B, y la COVID-19, producida por SARS-CoV-2, constituyen hoy un complejo sindémico respiratorio (coexistencia de varios virus en la comunidad), con impacto global sostenido. No se trata solo de infecciones concurrentes, sino de sistemas biológicos evolucionando que interactúan con la genética humana, las desigualdades sociales y la capacidad de los sistemas de salud. En Ecuador, esta coexistencia ha tensionado la vigilancia epidemiológica, el diagnóstico diferencial y la prevención.


Desde el punto de vista genético, influenza y SARS-CoV-2 comparten una alta plasticidad evolutiva, aunque mediante mecanismos distintos. Influenza A posee un genoma de 8  segmentos de ARN, que facilitan la deriva antigénica, nuevas cepas y escape a las defensas, especialmente en H3N2, con mutaciones frecuentes en los genes de hemaglutinina y neuraminidasa, involucrados en la inmunidad del huésped. Esto permite reinfecciones repetidas y reduce la eficacia vacunal. SARS-CoV-2 (COVID-19), con genoma no segmentado, evoluciona por acumulación de mutaciones y selección adaptativa, principalmente en el gen de la proteína Spike, generando variantes con mayor transmisibilidad o escape inmune.


La susceptibilidad genética del huésped es un eje común. Variantes en genes que proporcionan  inmunidad innata y componentes del interferón, median tanto en influenza como en COVID-19. Polimorfismos funcionales pueden condicionar infección más grave, hospitalización o desenlaces fatales. En poblaciones latinoamericanas, incluida la ecuatoriana, la diversidad genética y la historia evolutiva trihíbrida, generan respuestas inmunes heterogéneas aún poco caracterizadas y subrepresentadas en estudios genómicos globales.


Clínicamente, ambas enfermedades comparten fiebre, tos, malestar general y fatiga, pero presentan matices diferenciadores. La influenza suele iniciar de forma brusca, con mialgias intensas y fiebre alta; H3N2 afecta con mayor severidad a adultos mayores. COVID-19 muestra un espectro más amplio, desde infección asintomática hasta insuficiencia respiratoria y manifestaciones sistémicas, con riesgo de secuelas posagudas. La coinfección influenza-SARS-CoV-2 aumenta el riesgo de complicaciones.


Las medidas de control se sustentan en la vacunación, herramienta central de salud pública. La vacuna antigripal se actualiza anualmente por la evolución genética del virus, mientras que las vacunas contra COVID-19 se adaptan a variantes circulantes. Se complementan con medidas no farmacológicas: higiene, ventilación, mascarilla en brotes, aislamiento y diagnóstico oportuno mediante pruebas moleculares. El uso temprano de antivirales en influenza y terapias específicas en COVID-19 reduce complicaciones.


Desde una perspectiva de salud pública, la convergencia entre gripe y COVID-19, revela la urgencia de integrar vigilancia genómica, equidad y capacidad diagnóstica local. No son solo enfermedades respiratorias estacionales, sino expresiones de la interacción entre evolución viral, genética humana y contexto social, cuyo abordaje exige ciencia, planificación y políticas sanitarias basadas en evidencia.

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Genética y Ciencia
César Paz-y-Miño
cesarpazymino.com
Quito - Ecuador
 
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