El “Loco Velasco”: La Bipolaridad como Destino Nacional
- Cesar Paz-y-Mino
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César Paz-y-Miño, Investigador en Genéticay Genómica Médica, Universidad UTE, para NOTIMERCIO

Dentro de mi propuesta de análisis de personajes históricos, formulo una visión genético/psicológica de José María Velasco Ibarra: político, intelectual y orador impactante, que como figura peculiar y temperamento impetuoso, parece regido por una fuerza que denuncia algo desolador. Su ciclo de cinco presidencias, seguidas por cuatro caídas abruptas al exilio, dibuja un patrón que el análisis clínico y genético, interpreta como un probable trastorno bipolar con base genética.
En Ciencias Sociales no podría interpretarse a Velasco, a partir de herencia genética o biológica. Sus gobiernos se enmarcan dentro de las fuerzas económicas, políticas y sociales, que lo mueven, lo presionan o lo condicionan. Espinoso aseverar que algo genético le guiaba. Pero en mi perspectiva médica, psicológica y genética, es lícito explicar su personalidad como gobernante, a riesgo de ser audaz. Este es un ejemplo de asociaciones y elucubraciones genéticas en ilustres de la historia.
"El Loco Velasco", como lo conocimos, se desarrolló en la alternancia de dos polos emocionales. La euforia mesiánica, de la manía o hipomanía. Cuando Velasco hablaba desde los balcones, se convertía en un incitador al fervor. Sus discursos, eran obras verbales construidas con una energía que reflejaba su alta capacidad intelectual. En estos estados, su autoconfianza era absoluta, su optimismo excesivo y su convicción, la de un profeta destinado a redimir a su pueblo. Esta hiperactividad psíquica y verbal, esta fuga de ideas grandiosas y planes ambiciosos, es el sello clínico de la fase maníaca, un estado donde la persona se siente invencible y perdurable.
A la manía seguía la sima: caídas depresivas. El derrocamiento, el exilio, la soledad y el despojo del poder, no solo significaban un revés político, sino un profundo hundimiento anímico. Esta fase que se alinea con depresión, silencia al orador, lo sume en desaliento y, transformaba al egregio en melancólico. La oscilación entre la euforia y la disforia, no era una estrategia, sino una condición genética.
Este temperamento pendular, carismático hasta la seducción, pero errático hasta la calamidad, encuentra su más probable explicación en la genética afectiva. El análisis no solo se queda en la descripción conductual, sino que se aventura en la biología del ADN, implicando genes como CACNA1C y ANK3 que guían la excitabilidad neuronal.
El gen CACNA1C (adyuvante del transporte de calcio celular) mutado, determina hiperexcitabilidad, manifestada en desregulación del ánimo, base de la manía. El gen ANK3 estabiliza las neuronas, y su alteración contribuye al desorden cíclico del afecto. Esto sugiere que el “Loco Velasco" no eligió conscientemente su intensidad, la portaba en los genes del temperamento.
La política, ambiente de presión constante, adrenalina y recompensas, fue el potenciador ambiental de sus fases. Sobre la biología genética, la vida pública y política, se convirtieron en catalizadores, que se propagaron a la inestabilidad social, económica y estatal. La genética afectiva tal vez, determinó sus éxitos y fracasos durante décadas. Su mente era un campo de batalla bioquímico y su lucha interna se proyectó en la historia.








