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Frankenstein, ciencia, mito y genética: una lectura crítica

  • Foto del escritor: Cesar Paz-y-Mino
    Cesar Paz-y-Mino
  • 30 sept
  • 3 Min. de lectura

César Paz-y-Miño. Investigador en Genética y Genómica. Universidad UTE


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Me invitaron a un conversatorio de un grupo de lectura promovido por la literata Lucrecia Maldonado de RUTA DE LETRAS. El tema fue la novela Frankenstein o el moderno Prometeo, escrita por Mary Shelley en 1816,. Novela que surge en un contexto en que la ciencia y la filosofía natural comenzaban a cuestionar los límites de lo posible. Inspirada por debates sobre galvanismo, electricidad, anatomía y las especulaciones acerca del “principio vital”, la novela se inscribe en un momento de transición entre la alquimia y la ciencia moderna. Shelley transforma ese clima intelectual en un relato que, más allá de la ficción, dialoga con la fascinación y el temor que provoca la idea de crear vida en un laboratorio. El trasfondo de la obra no es solo la imaginación literaria, sino un espejo de la revolución científica y cultural de principios del siglo XIX, donde la razón y el mito se entrelazan para dar origen a uno de los cuestionamientos más profundos: ¿hasta dónde puede y debe llegar el ser humano en su afán de conocer y dominar la naturaleza? La respuesta que propongo desde la visión de un genetista y humanista la comparto.


La novela de Mary Shelley, es un texto que, leído desde la óptica de la ciencia actual y en particular desde la genética, se convierte en un laboratorio de reflexiones sobre la creación de vida, la responsabilidad ética de la ciencia y los límites del conocimiento humano.


La ciencia en germen y la imaginación de Shelley

Shelley se inspira en las corrientes de su tiempo: el galvanismo de Luigi Galvani, las especulaciones sobre la electricidad como fuerza vital, e incluso menciona a Darwin y a fisiólogos alemanes que no descartaban la posibilidad de “reanimar” materia muerta. Para el lector del siglo XXI, estas ideas parecen primitivas, pero constituyen un antecedente literario de la biología molecular: el intento de comprender qué “enciende” la vida. En ese sentido, Víctor Frankenstein se anticipa a los genetistas y biotecnólogos contemporáneos que manipulan genomas, células madre o tejidos artificiales.


Creación y responsabilidad

El núcleo de la obra no es la técnica en sí, sino la responsabilidad del creador. Frankenstein da vida a un ser nuevo, pero lo abandona, incapaz de asumir las consecuencias de su experimento. Desde la biología actual, esto se lee como una advertencia contra la manipulación sin ética: la clonación reproductiva, la edición genética con CRISPR o la ingeniería de embriones humanos exigen marcos de responsabilidad social y bioética. Shelley anticipa que el mayor peligro no es el descubrimiento, sino la ausencia de un marco moral que lo acompañe.


El mito del “moderno Prometeo”

Prometeo roba el fuego a los dioses; Frankenstein roba el secreto de la vida. Ambos actos son metáforas de la ciencia que desafía límites sagrados. Pero mientras la genética moderna busca prolongar la vida y curar enfermedades, Shelley recuerda que toda transgresión técnica puede generar monstruosidad, no tanto en la criatura, sino en la incapacidad del científico para reconocerla como “humana”. El “monstruo” es en realidad un ser sensible, marginado por su apariencia, cuya tragedia radica en la exclusión social.


Ciencia, genética y humanidad

Desde la perspectiva de un genetista, la criatura de Shelley encarna el dilema del “otro” biológico. Hoy lo vemos en debates sobre organismos transgénicos, humanos modificados genéticamente o inteligencia artificial biológica. ¿Qué define lo humano? ¿El ADN, la forma física, la conciencia, la aceptación social? Shelley responde con ambigüedad: lo humano no es solo biología, es también relación, cuidado y reconocimiento.


Vigencia de la crítica

Frankenstein sigue siendo una advertencia contra la ciencia deshumanizada. Como genetista, es imposible no pensar en proyectos de edición germinal, en la creación de órganos quiméricos o en la posibilidad de desextinción de especies: todos son escenarios donde la técnica puede avanzar más rápido que la reflexión ética. Shelley, sin conocer el ADN ni la genética mendeliana, comprendió que la ciencia sin responsabilidad engendra soledad, miedo y destrucción.


Frankensteinno es un tratado de biología, pero sí una obra fundacional sobre laética de la creación científica. Leído desde la genética contemporánea, se transforma en una parábola sobre la necesidad de acompañar cada avance técnico con un compromiso social y humano. Shelley no escribió sobre genes, pero sí sobre la fragilidad del científico frente a su propia obra, una lección que sigue vigente para quienes hoy manipulamos el código de la vida.




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Genética y Ciencia
César Paz-y-Miño
cesarpazymino.com
Quito - Ecuador
 
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