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¿Sicarias o sociedades sicarias?


Hace pocos días y ante la multitud, el Papa lanzó preguntas y dio respuestas: “¿Pero cómo puede ser terapéutico, civil, o simplemente humano un acto que suprime una vida inocente e inerme en su nacimiento? Yo os pido: ¿es justo ‘quitar’ una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo contratar un sicario para resolver un problema? No se puede, no es justo ‘quitar’ a un ser humano, aunque sea pequeño, para resolver un problema. Es como contratar un sicario para resolver un problema”.

En algunos interesantes aspectos de su ejercicio al frente de la iglesia católica, el Papa ha tenido concepciones de avanzada, pero en este tema, el del aborto, no hay visos de progreso. El 2016 el prelado decía que todos los sacerdotes (no existen aún sacerdotisas en un sistema patriarcal y jerárquico) tenían la facultad de absolver a las mujeres que hayan cometido el "pecado del aborto", porque “el perdón de Dios no se puede negar a todo el que se haya arrepentido” y "muchas de ellas llevan en su corazón una cicatriz por esa elección sufrida y dolorosa”. En esa ocasión, alguna luz de objetividad y apertura apareció. El sueño fue muy corto.

Sicaria significa asesina asalariada". Aunque el Papa usó la palabra "sicario", en masculino, a quien afecta directamente el calificativo es a las mujeres que siempre han sido relegadas en la iglesia católica. Son las mujeres quienes cargan con un embarazo no deseado, fruto de violencia sexual, violaciones o embarazos portadores de malformaciones graves o monstruosidades. Son ellas, según el Papa, quienes contratan un asesino, un personal de salud según este flujo lógico. Esto es fastidioso para el personal de salud que en última instancia sería cómplice del sicariato.

Hay algunas cifras que el Papa no considera o no quiere considerar. Según las Naciones Unidas, 6 de cada 10 mujeres sufren violencia sexual; los casos de violación y embarazo infantil y adolescente aumentan, y el 90% de los violadores no son sancionados, ni registrados, quedando las niñas y adolescentes en indefensión social, familiar y médica, ahora calificadas de sicarias. Aparte de ser víctimas, la sociedad entera las re-victimiza, las juzga y las condena. Muchas de las niñas y adolescentes son apresadas como delincuentes, pero los abusadores y violadores quedan impunes.

A las niñas se les obliga a ser madres, algunas incluso desde los 9 años, a dejar su niñez y dedicarse a criar un hijo fruto de un delito, a ser madres abnegadas. Los estados se hacen de la vista gorda, legislan para sentirse moralmente limpios, pero evaden la problemática real del embarazo en menores de edad, dan la espalda y no juzgan a los violadores, y todo sigue igual, la violencia sexual y reproductiva se agudiza. Las muertes de niñas y adolescentes por abortos mal practicados y en condiciones infrahumanas, sin seguridad sanitaria, parece que tampoco han impresionado al líder religioso católico. Nada se habla de anticonceptivos, de la píldora del día después, de control de la natalidad en un mundo sobrepoblado.

En Ecuador 3,4% de mujeres embarazadas tienen entre 12 a 18 años, es decir, tienen embarazos producto de violación o estupro, lo que significa que hay 122 mil niñas y adolescentes que son madres. Solo en un año, 6.487 niñas abandonaron sus estudios por su embarazo. Las más pobres son las más afectadas. Por nuestras caducas leyes, 326 mujeres han sido criminalizadas por aborto solo desde el 2013. La pregunta que hay que hacer es si ¿es moral esconder la realidad y hablar de pecado y sicariato cuando se está en una sociedad invadida de pobreza y cuando una niña ha sido violada?

Si se pierde la objetividad sobre la problemática del aborto, si se califica a las mujeres de sicarias, si no se reconoce el problema de embarazos con malformaciones y enfermedades genéticas, si el estado se desentiende de las ciudadanas, jamás se entenderá que el aborto no es un problema religioso o moral, es un problema de salud pública y se lo debe enfrentar con las mejores alternativas y, dentro de ellas, hacer caso a las Naciones Unidas que en reiteradas ocasiones y de manera directa ha pedido al estado ecuatoriano que despenalice el aborto y brinde acceso a servicios de interrupción de embarazo en niñas y adolescentes. Esa fuerza con la que hoy se arremete contra las mujeres y se las persigue desde el oscurantismo religioso, debería usarse para perseguir a los curas pedófilos y sancionarlos.

Se violentan a diario los cuerpos de las mujeres, de las niñas, de las adolescentes, mientras gran parte de la sociedad sigue impávida. Sicaria es la sociedad patriarcal, clerical y moralista que saca provecho de las injusticias.

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